Ciudad y periferia urbana en Bogotá: una relación generada desde la fragmentación espacial.
Las intervenciones físicas de las últimas administraciones en el suelo urbano de Bogotá, han buscado construir la imagen de espacio urbano renovado, incluyente y prospectivo; empero, la disparidad de perspectivas con que se implantan, han configurado espacialidades sociales fragmentadas y dispersas que alejan la construcción de una verdadera Ciudad. Lo anterior justifica la dicotómica relación que enfrentan los conceptos de ciudad y de área urbana, entendidos por las oficinas de planeación como sinónimos de construcción física que sobrepasan la relevancia de los grupos sociales.
La Bogotá lograda a finales de los años noventa, en medio de las dinámicas de globalización y de su parecido que hoy tiene con la Ciudad actual permite citar a Hall (citado por Algaba 1997) cuando hace referencia a una “…ciudad que vuelve a ser contemplada como ciudad de degeneración, pobreza, malestar social, inquietud civil e incluso insurrección. Esto no significa, evidentemente, que no hayamos avanzado (...) Pero parece que los problemas vuelven a surgir, quizás porque, en realidad, nunca se solucionaron…".
La Bogotá lograda a finales de los años noventa, en medio de las dinámicas de globalización y de su parecido que hoy tiene con la Ciudad actual permite citar a Hall (citado por Algaba 1997) cuando hace referencia a una “…ciudad que vuelve a ser contemplada como ciudad de degeneración, pobreza, malestar social, inquietud civil e incluso insurrección. Esto no significa, evidentemente, que no hayamos avanzado (...) Pero parece que los problemas vuelven a surgir, quizás porque, en realidad, nunca se solucionaron…".
La planificación del territorio urbano de la capital, que más allá de crear soluciones concretas y reales, ha evidenciado la existencia de simpatías políticas, favores, alianzas y conformismos administrativos cargados de inmediateces, generan intervenciones urbanas en donde prima 'lo urgente frente a lo (realmente) importante'; constituye acciones momentáneas que soslayan las comunidades y que redundan en crecimientos discontinuos, deslocalizados y dispersos, que no tienen por prioridad mejorar la calidad de vida de los habitantes de estos sectores.
Un caso de los muchos que pueden surgir en este punto de la reflexión, se puede identificar en la población de los barrios ubicados en los cerros del sur de Bogotá, los cuales se implantan más allá de la pobreza y lejos de la cohesión de su territorio; por eso resulta pretencioso pretender solucionar, con la legalización de uno u otro barrio, con la extensión de la red de servicios y con la construcción vías de comunicación, la integración de las poblaciones que allí se localizan. Es necesario entender que surgen paulatinamente territorios de frontera y de borde, producto de la relación que existe en nuestro país entre el campo y la ciudad.
La interacción señalada en el párrafo anterior es estimulada por la vulnerabilidad con la que se conforma el territorio, y que se expresa en el dominio que algunos grupos al margen de la ley tejen en los racimos urbanos de dicha periferia capitalina; estos lo ejercen al interior de los barrios de la localidad en donde se encuentran con una territorialidad menos marcada y real, tomando como referencia la que el Estado y las instituciones públicas (u oficiales) establecen en el centro de la ciudad. El dominio del territorio se ejerce por el temor, el abandono y la dependencia, con unas poblaciones segregadas y con identidad compleja.
El desarrollo de estos territorios no parece estar direccionado (desde las poblaciones re-surgentes) en optimizar las dinámicas que crecen año tras año, pues el ejercicio de poder y control que trae consigo el urbanismo no corresponde con los nuevos habitantes de la ciudad. La administración no puede dar la seguridad y los servicios adecuados para toda esta población, así que es más fácil dejar la responsabilidad en manos de la informalidad y del albedrío de otras formas de gobierno que se erigen en estos territorios periféricos.
Los espacios periféricos de la ciudades de Bogotá engloban mucho más que la noción de borde y se refieren a nuevos territorios construidos “por fuera de” la ciudad; así, estos sectores se suman a la red de servicios básicos, del sistema de transporte, de las oportunidades laborales, de las actividades culturales y la participación ciudadana que crean una realidad propia, compleja, distante, vulnerable a la informalidad, a la des-territorialización y a la dispersión espacial.
Referentes:
Algaba, Antonio. 1997. Sobre Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX. HALL, Meter. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Nº 26. 2 de mayo de 1997. Universidad de Barcelona. Barcelona: Ediciones del Serbal. ISSN 1138-9796.
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